La imagen de los Mossos d’Esquadra en los últimos meses se ha asociado con la violencia. El episodio en el que varios agentes golpeaban al empresario Juan Andrés Benítez, muerto tras el incidente, ha sido probablemente el que más ha ayudado a esa percepción, aunque llovía sobre mojado y siempre nos viene a la cabeza el vídeo en el que cinco funcionarios agreden a un detenido en la comisaría de Les Corts.Ahora el Tribunal Supremo acaba de ratificar la condena de un año de cárcel contra el mosso que le lanzó una granada de aturdimiento entre las piernas a un sospechoso durante una operación y volvemos a identificar la imagen del cuerpo de seguridad catalán con la de la violencia.
Pero no son únicamente los Mossos los que han sufrido el zarpazo del poder de la opinión pública. Al final de la segunda legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero y, sobre todo, al comienzo de la presidencia de Mariano Rajoy, se incrementó notablemente la conflictividad social. Todos recordamos las imágenes de jóvenes en Valencia golpeados por la Policía.
O las palabras del entonces jefe superior de aquella comunidad autónoma, que decía que “al enemigo, ni agua”, mientras golpeaba la mesa de la sala de prensa. Aquello también fue un problema de adaptación a los nuevos tiempos del Cuerpo Nacional de Policía. El jefe superior fue cesado y alguien por ahí dijo que había que templar los ánimos.También continúan en el imaginario colectivo algunos golpes grabados por el móvil de los estudiantes propinados por la Policía a algunos manifestantes en Madrid o en Valencia.
Las órdenes, tras aquellos episodios, fueron las de mantener el tipo, aguantar y dotar de más medios a los agentes al tiempo que se incrementaba la investigación preventiva para detectar a los radicales que reventaban las marchas pacíficas.Nos dirigimos hacia una sociedad vídeo vigilada, y solo de arriba abajo, no únicamente desde los poderes públicos a la sociedad. Los ciudadanos también tienen hoy mucha capacidad para supervisar, grabar, seguir, fiscalizar a la autoridad, ya sea política, policial, judicial o empresarial.
Tanto Policía como Mossos como Guardia Civil deben adaptarse a esta nueva sociedad de la imagen, que, como decía el director del Centro de Prospectiva del instituto armado, José María Blanco, recientemente en Seguridad y Tribunales Radio, servirá también para que los poderes públicos sean mejores. Al estar más vigilados, tenderán a portarse mejor, aunque solo sea por parecerlo, aseguraba Blanco.Los Mossos no son una institución violenta. Tampoco la Policía ni la Guardia Civil. Todo aquel que se haya sentido necesitado de ellos en algún momento lo puede corroborar.
Hay ovejas negras y entre todos hay que detectarlas. Ahora, además, existen más medios que nunca para hacerlo. Pero sabiendo que la realidad es compleja, que a veces una imagen no vale más que mil palabras y que siempre hay que comprobar los hechos y escuchar a ambas partes antes de juzgar.