Decía Domitila Chungara, la mítica dirigente minera boliviana, que nuestro mayor enemigo no es el imperialismo ni el capitalismo, sino el miedo y que, por tanto, si éramos capaces de vencerlo podríamos con cualquier cosa.
Los cinco delegados conseguidos por Intersindical Canaria en las elecciones de la empresa Seguridad Integral Canaria me hicieron pensar en ello. Porque estas no eran unas elecciones sindicales cualquiera ya que esta no es cualquier empresa ni su dueño es cualquier empresario sino que representa probablemente los más nefastos antivalores de lo peor del empresariado canario. A mi me consta porque lo he visto, la rabia y la impotencia ante los constantes abusos de un empresario que tiene el cinismo de plantarse en un juzgado y decir que todas las horas extras que no paga en su empresa “se las regalan” por fidelidad los trabajadores y trabajadoras. Una persona que utilizó a diestra y siniestra la reforma laboral y el temor al despido que ella genera, para despedir, humillar y triturar las condiciones laborales en su empresa, logrando hoy en día pagar salarios muy por debajo del convenio del sector, un señor que sanciona indiscriminadamente a cualquiera de la plantilla cuando alguien esboza el más mínimo reclamo.
Una persona que derrocha dinero en carnavales y promocionando carreras de coches al mismo tiempo que le dice a los trabajadores y trabajadoras que no hay dinero para pagarles el salario.
Uno se pregunta, como un empresa tan irregular, con un juicio encima por defraudación a la hacienda pública, con un propietario encauzado y condenado por delitos contra el medio ambiente, con infinidad de denuncias ante la inspección de trabajo, goza del absoluto beneplácito del poder político, porque la mayor parte de la facturación de Seguridad integral Canaria viene de allí, de la adjudicación por dudosos procedimientos de la seguridad de infinidad de espacios públicos que van desde ayuntamientos o la universidad en Canarias, hasta monumentos como El Escorial o el Valle de los Caídos en el Estado.
Las fotografías con el ministro Soria en la inauguración de su nueva empresa, el indulto concedido por Rajoy o su aparición estelar en los papeles de Bárcenas son pruebas de cómo se construye la fortuna de Miguel Ángel Ramírez.
Y así como es este señor fueron las elecciones sindicales, con una mesa electoral y un sindicato supuestamente independiente pero montado por la misma empresa, tratando en primer término de eliminar las otras candidaturas, lo cual fue recurrido y permitió que se celebren elecciones sindicales.
Paro eso no se queda allí, en todo el proceso las amenazas y coacciones fueron incontables, la política del miedo contra los trabajadores y trabajadoras, el acoso y amenaza a la candidatura de Intersindical Canaria o, por ejemplo la agresión a los jóvenes de los CUO (Comites de Unidad Obrera) que repartían panfletos desenmascarando al dueño de la empresa.
Por eso estos cinco delegados conseguidos no son como la mayoría, porque dónde Ramírez y su empresa propusieron abuso e intimidación, los compañeros de seguridad privada de Intersindical Canaria y en especial, porque hay que decirlo, el compañero Jacinto pusieron valor y dignidad a raudales. Porque el tiempo que el empresario ha dedicado a fortalecer sus turbios vínculos con la casta política, es el mismo tiempo que Jacinto ha dedicado a escuchar, aconsejar y apoyar a sus compañeros y compañeras, porque por cada agresión y abuso de la empresa siempre ha dado una respuesta honesta y franca con la justicia y la verdad como única bandera.
Por eso es importante lo que ha pasado, porque esos cinco delegados son cinco puñales clavados en el corazón de la bestia, porque en las elecciones sindicales de Seguridad Integral Canaria 150 trabajadores y trabajadoras pusieron la dignidad por delante y perdieron el miedo, y cuando los trabajadores pierden el miedo, son los explotadores los que comienzan a asustarse y el mundo recobra, al menos un poquito, la esperanza de ser un lugar mejor.