La desesperación de unos por pasar a Europa de forma clandestina, y la falta de escrúpulos de las mafias que trafican con seres humanos y sus dramas, dieron ayer como resultado una imagen insólita en el principal paso fronterizo entre Melilla y Marruecos.
La Guardia Civil rescató ayer a dos niños pequeños cuando un individuo, un marroquí de 39 años, trataba de pasarlos ilegalmente a la ciudad autónoma. Pero aparentemente en el coche sólo viajaba uno, un bebé que dormía en una sillita, que era hijo del conductor detenido. El otro, un niño sirio de solo 11 años, estaba escondido en un doble fondo bajo el asiento.La imagen, según han relatado a EL MUNDO testigos presenciales, fue muy impactante y llegó a causar escenas de emoción entre los muchos melillenses que en ese momento regresaban a la ciudad tras pasar un domingo primaveral en Marruecos.
Quince minutos antes de las ocho de la tarde, cuando la frontera de Beni-Enzar estaba en hora punta, llegó un Mercedes 190 antiguo y «destartalado» con matrícula española para pasar a Melilla. Tras pasar el control documental de la Policía Nacional, la Guardia Civil comenzó a registrarlo de manera exhaustiva. «Debía de tener sospechas o se trataba de un chivatazo, porque lo miraban todo como nunca. No dejaban nada sin registrar», aseguran los testigos.
Un niño bajo el asiento
La Guardia Civil ha informado de que un detalle de interés policial en el maletero causó recelo en el agente que estaba llevando a cabo el reconocimiento del vehículo, sobre todo cuando metió la mano al fondo del hueco. Allí, donde en principio debía estar el depósito de combustible, tocó «lo que podía corresponderse con la pierna de una persona», afirmó el instituto armado en una nota de prensa.
Los agentes aseguraron primero al conductor, para evitar que pudiera huir, y después le pidieron que desplazara el asiento trasero. Éste, «con absoluta calma», respondió que no podía porque su hijo de tres años estaba durmiendo en la sillita que estaba instalada encima. Sin embargo, los agentes pudieron volcar uno de los módulos del asiento trasero, donde no estaba el bebé, para poder llegar al doble fondo, que habían construido las mafias cortando y soldando la parte central con una chapa.
Allí, dentro de «tan infrahumano habitáculo», los agentes encontraron a un inmigrante bajo el asiento. Pero la persona que estaba dentro del hueco no se correspondía con el perfil habitual de quienes emplean este método para entrar a Melilla previo pago a las mafias, casi siempre jóvenes subsaharianos. Quien estaba allí dentro era un niño, que aparentaba unos ocho años, aunque en realidad tiene 11, según ha informado la Guardia Civil.
Estaba empapado en sudor, como consecuencia de las altas temperaturas y la falta de ventilación que sufren en los dobles fondos, agudizado aún más por el calor que ayer hacía en Melilla, que rozaba los 30 grados.
Los agentes actuaron, según los testigos presenciales, de manera «muy humana y profesional». Rápidamente socorrieron al pequeño con agua para evitar su deshidratación, y también lo protegieron de los objetivos de quienes intentaron captar el momento con sus cámaras y móviles.
Sintomas de asfixia
Lo mismo hicieron con el niño pequeño, que dormía plácidamente en su sillita «sin ser consciente de lo que estaba ocurriendo a su alrededor». Según ha informado la Benemérita, fue necesario prestar primeros auxilios al niño de 11 años, ya que tenía síntomas de asfixia, aunque su estado de salud es bueno.
Es el primer menor de procedencia no subsahariana que la Guardia Civil localiza en un doble fondo. En este caso, se trata de un niño sirio y ha sido acogido en un centro de menores de la Ciudad Autónoma.
También el niño de tres años, que es hijo del detenido y de nacionalidad marroquí, es una víctima por haber sido utilizado por su propio padre para dar «apariencia de normalidad» al hecho delictivo que se estaba cometiendo en aquel coche.
Son muchas las familias sirias que desde mediados del año pasado intentan llegar a Europa escapando de su país en guerra, pero no quieren pedir asilo en la ciudad autónoma para no ver ralentizados sus trámites. Prefieren pasar clandestinamente, pagando a las mafias y poco a poco. Habitualmente primero los niños, que entran solos para que la Consejería de Bienestar Social se haga cargo de ellos en sus centros de menores. Después, cuando encuentran la oportunidad, entran los padres para reclamar a sus hijos, aunque la Ciudad Autónoma no se los entrega hasta no constatar el vínculo mediante pruebas de ADN.
El conductor, es un individuo marroquí de 39 años e iniciales M.A.B., con tarjeta de residencia comunitaria que vive en Melilla. Fue detenido por la Guardia Civil para pasar próximamente a disposición judicial acusado de tráfico de inmigrantes por este caso, el primero del que se tiene constancia por ahora en Melilla, de tráfico de niños de tan corta edad en dobles fondos.
Aunque en realidad no son los primeros menores en este método, ya que otras veces se han detectado a jóvenes que no habían cumplido los 18 años escondidos en cualquier hueco de un vehículo, a veces denominados por la Guardia Civil como ataúdes de cuatro ruedas por lo infrahumano de esta táctica mafiosa.
Fuente: http://www.elmundo.es/espana/2014/04/07/53427057ca474198508b4570.html