Cada uno de los miembros de la organización tenía a unas cuantas chicas a su cargo. No había empatía alguna. Para ellos sólo era un negocio. «Materia prima» que exprimir en las calles y de la que se deshacían cuando no llenaban sus bolsillos. Un proceso de «producción» en el que los malos tratos y las vejaciones eran práctica habitual para doblegar sus voluntades. Era la huella del «clan Turcu». Una red de proxenetas rumanos que se hizo con este negocio delictivo en el polígono industrial Guadalhorce de Málaga, uno de los mayores «burdeles al aire libre» del país, y que llegaron a prostituir a dos menores de edad. Ahora han sido condenados a un total de 145 años y medio de prisión en un fallo contundente en el que también se ha condenado a un policía local vinculado a la red y que precisamente estaba asignado a una unidad de protección a la mujer.
La resolución de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Málaga, a la que ha tenido acceso este periódico, considera a los seis principales acusados como autores de un delito de trata de blanca y 31 de prostitución coactiva. Contra esta decisión, en la que también se plasman órdenes de alejamiento y protección de las víctimas durante un periodo de cinco años, cabe recurso de casación.
La investigación policial, que culminó con el desarrollo de la «operación Turcu» en octubre de 2012, sitúa a Gheorge Turcu al frente de una organización que captaba en Rumanía a compatriotas de zonas rurales que se encontraban en una situación de precariedad. Utilizando el «modus operandi» conocido como «Loverboys» las engañaban con una falsa relación sentimental y la promesa de conseguirles trabajo en el sector de la hostelería en España. Una vez llegaban al destino, eran obligadas a ejercer la prostitución durante 14 horas bajo un férreo control que incluía amenazas, coacciones e incluso lesiones.
La caída de la organización se precipitó gracias a la valentía de una chica que escapó de sus garras tras recibir una tremenda paliza. Como pudo, logró hacerse con las llaves de un coche y huir hasta la Comisaría Provincial. Los agentes de la Unidad Contra las Redes de Inmigración y Falsedad (Ucrif) de la Comisaría Provincial de Málaga desvelaron así una organización perfectamente estructurada que estaba imponiendo su voluntad en el polígono y que crecía con su pacto de no agresión con los hermanos Adrian y Iulan Ciuca, también arrestados.